Los aceites esenciales están estrechamente vinculados a la
alegría, la felicidad y la salud. Nunca provocan una emoción negativa, ni
dependencia, ni cualquier otro malestar. Desde hace unos años vuelven a cobrar
protagonismo en una nueva tendencia centrada en los valores naturales de una
vida sana y equilibrada, aquella que predica el bienestar por medio de la
alimentación, el ejercicio físico y los cuidados del cuerpo y la mente
Con la tendencia actual, que aboga por el retorno a la
naturaleza, la Aromaterapia es considerada nuevamente como un método
fitoalopático en sí mismo, en particular gracias al enfoque médico y científico
de la escuela francesa. Habida cuenta de que son muy concentrados, que están
clasificados desde un punto de vista bioquímico y que son fáciles de usar en
diversas formas de aplicación, los aceites esenciales son tremendamente
eficaces, tanto a título curativo como preventivo; a menudo sin efectos
secundarios ni intolerancia en múltiples patologías físicas.
Investigadores, terapeutas y simples apasionados en el «el
arte de los aromas», han sido los pioneros y verdaderos impulsores de la
Aromaterapia alopática, favoreciendo su reconocimiento desde el punto de vista
científico. Sin embargo, este enfoque alopático tan riguroso, omite el aspecto
global de la planta y su poder energético. Los aceites esenciales no sólo
tienen la capacidad de curar el cuerpo físico, sino que sus efectos alcanzan el
sistema hormonal, influyendo el estado psicoemocional y espiritual, los
sentidos, los cuerpos sutiles y sus centros energéticos, es decir, los chakras.
Las civilizaciones antiguas consideraban los aceites
esenciales como el «alma y espíritu de las plantas», se percibían incluso como
eminentemente valiosos; tanto es así que en otros tiempos, sólo tenían
permitido su uso los hechiceros, chamanes, sacerdotes médicos y nobles.
Algunas escuelas de Aromaterapia, en particular las que
proceden del mundo anglosajón, son menos rigurosas desde el punto de vista
científico, y sus investigaciones se basan principalmente en las capacidades
espirituales, energéticas y vibratorias de los aceites esenciales. Ante todo,
consideran la Aromaterapia como una «terapia energética», y emplean los aceites
esenciales asociándolos a los sentidos del olfato y el tacto.
Según estas escuelas, el cuerpo físico, el mental y el
espiritual están estrechamente relacionados, y las enfermedades físicas suelen
estar causadas por un desequilibrio emocional, una desmotivación o un estado de
ánimo.
Mientras que en el último milenio los inventos, la
investigación y las demostraciones científicas cartesianas han prevalecido en
nuestro mundo, el interés por comprender los ámbitos energético, sutil y
espiritual ha comenzado a tomar el relevo.
La Aromaterapia holística requiere más sensibilidad y
creatividad que el análisis puramente intelectual de las propiedades de los
componentes químicos de las plantas medicinales. Un aromaterapeuta holístico es
más intuitivo, se encuentra más próximo al chamán o al sacerdote que quema
incienso, que al médico o aromaterapeuta fitoalopático.
A partir de leyendas, de la mitología y del uso de las
plantas en ceremonias religiosas de las civilizaciones antiguas, se extiende la
mentalidad del aromaterapeuta holístico, que se rige por los aspectos físicos
de la planta, por su forma, su textura, la parte de la planta que se emplea
para extraer su aceite esencial, su olor, su zona de cultivo o incluso su
color, pero ante todo, permanece atento a su fuero interno.
Se puede abordar la Aromaterapia como un simple método
fitoalopático, basado en la bioquímica y el aromatograma, pero también como un
método de desarrollo holístico basado en el conocimiento de los chackras. Ambos
enfoques nos conducen hacia la comprensión de la persona y a un punto de vista
que le es propio, sin embargo, no son necesariamente antagónicos, sino más bien
complementarios, pues combinan maravillosamente.
De este modo, los aceites esenciales que contienen fenoles,
como lo son el de canela de China o el de clavo de olor, son potentes bactericidas
desde el punto de vista bioquímico, y en dosis muy elevadas, son, además,
dermocáusticos y hepatotóxicos. Desde un punto de vista energético, se
consideran «caloríficos», ya que aportan energía vital, activan el «rojo»
(elemento fuego de la persona), así como el primer chakra, el chakra radical.
Los aceites esenciales son una de las sustancias más
valiosas que la naturaleza nos ofrece, sería deseable una colaboración entre
ambos enfoques aromaterapéuticos, en beneficio de la salud y el bienestar
general.
Tomado de Aromas que Curan.